Uno no puede irse de Dublín sin ver a Molly Malone, la heroína local, y sin escuchar su canción cantada a coro en un pub por todo el personal. Sinéad O’Connor la había incluido en su disco de música tradicional “Sean-nós nua” . Cerca de la calle Grafton está ella, con su escote generoso y su carreta varios siglos después de su muerte aunque nadie te aclara la duda de si fue la hija de un tal Robert Malone del barrio de Fishamble o es simplemente una leyenda urbana. Incluso en las noches con niebla dicen que puede oírse el rechinar de las ruedas de su carro y que la bella Molly recorre Dublín como un fantasma. Hoy los dublineses se entretienen discutiendo sobre si la protagonista de la canción existió realmente y, aunque se ha encontrado en un Registro parroquial de Dublín la inscripción del nacimiento y de la muerte de una mujer llamada Mary Malone (Molly es diminutivo de Mary), se mantienen las dudas. La leyenda urbana ha crecido tanto que nos pintan una Molly Malone que se dedicaba de noche a la prostitución para ganarse la vida, mientras otros defienden su castidad. La cosa es discutir.
En realidad no importa tanto si existió. Existieron muchas Molly Malone, que vivieron en tiempos muy duros, cuando resultaba difícil sobrevivir vendiendo de todo en las calles de la capital irlandesa. Ésta es la Molly que ha sobrevivido en las gargantas de los irlandeses que entonan su canción. Una de las más populares es la versión de The Dubliners, una banda fundada en 1962.
Si no has tatareado el estribillo de Molly Malone, si no has conocido a un taxista que asegura haber conocido a James Joyce, si no te has tomado una pinta y has tatareado canciones tradicionales -que ni sabes por qué conoces- en el Temple Bar, es que no has estado en Dublín una ciudad de historia, cultura y más pubs de los que te puedes imaginar.
Puede que Dublín no sea una de las ciudades más bellas de Europa, pero lo que carece en estética lo gana con la cantidad de atracciones que ofrece. La mayoría de los sitios de interés se encuentran al sur del río Liffey, en una zona de impresionantes mansiones georgianas y frondosas avenidas, en los alrededores de Grafton Street y el elegante St Stephen's Green. Es una ciudad estupenda para una corta escapada, con gente amable y charlatana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario