La isla de Sicilia tiene de todo, templos griegos , volcanes, nieve, arte, mar, buen clima y también ciudades medievales. A pocos kilómetros de Trapani y no muy lejos de Palermo, en la parte occidental de Sicilia, sobre la cima del Monte Giuliano se asienta Erice, ciudad capaz de fascinarnos con sus vistas increíbles sobre la región circundante y sobre el archipiélago de las Egadi. También es maravilloso su interior gracias al aspecto medieval de sus palacios, de sus callecitas, iglesias y murallas muy bien conservadas. Pero, sobre todas las cosas, su aspecto más peculiar se lo prestan sus patios. Adornados con plantas y flores, eran y son aún el centro de la vida familiar, que, siguiendo una tradición árabe, se desarrolla en la intimidad, de espalda a la calle y a los extraños. Según el historiador griego Tucidides, Erice fue fundada por los exiliados troyanos que aquí desembarcaron después de la huída de Troya mezclándose con la población local de los Sicanos fundando el pueblo de los Elimi. Entre las callejuelas de Erice hay más de 60 iglesias y magníficas fachadas de las casas patricias, en una superposición de estilos que van desde el gótico, al renacentista y al barroco. Divertido el shopping en las tiendas artesanas que exponen cerámicas variopintas y alfombras tradicionales, trabajadas aún en viejos telares. Las subidas y bajadas de callejuelas conducen a la gran plaza central, piazza Umberto I, a la que se asoma el Palacio Municipal (Palazzo Municipale) con la rica biblioteca Vito Carvini. Los Jardines del Balio son, sin duda, el lugar más sugerente de Erice.
Toman el nombre de Baiuolo, el gobernador normando que residía en el castillo circundado por este parque. Erice es capaz de seducir con los ojos pero también con el paladar. Los dulces son el plato fuerte de la gastronomía ericina, los de riposto, rellenos de conserva de cidra y decorados ricamente con glaseado de colores pastel, los bocconcini de almendra, los perfumados frutos de Martorana, los cuaresmales, los bellos y feos, todos se pueden comprar en las suntuosas pastelerías y panaderías de la villa que elaboran también por los cannoli sicilianos y las cassatas . Erice fue sede del culto a Venus, la diosa de la fertilidad, cuyo templo ocupaba el lugar sobre el que hoy se alza el Castello di Venere. La ciudad, como está en alto, suele ser fria y brumosa. Hoy Erice es el lugar de veraneo de algunos sicilianos y unos pocos extranjeros que tienen allí su segunda residencia. La carretera de acceso al pueblo es zigzagueante e interminable pero tiene espléndidas vistas y arriba espera la recompensa: un pueblo de postal.
Toman el nombre de Baiuolo, el gobernador normando que residía en el castillo circundado por este parque. Erice es capaz de seducir con los ojos pero también con el paladar. Los dulces son el plato fuerte de la gastronomía ericina, los de riposto, rellenos de conserva de cidra y decorados ricamente con glaseado de colores pastel, los bocconcini de almendra, los perfumados frutos de Martorana, los cuaresmales, los bellos y feos, todos se pueden comprar en las suntuosas pastelerías y panaderías de la villa que elaboran también por los cannoli sicilianos y las cassatas . Erice fue sede del culto a Venus, la diosa de la fertilidad, cuyo templo ocupaba el lugar sobre el que hoy se alza el Castello di Venere. La ciudad, como está en alto, suele ser fria y brumosa. Hoy Erice es el lugar de veraneo de algunos sicilianos y unos pocos extranjeros que tienen allí su segunda residencia. La carretera de acceso al pueblo es zigzagueante e interminable pero tiene espléndidas vistas y arriba espera la recompensa: un pueblo de postal.
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