A solo 75 kilómetros al norte de Lisboa está Obidos, uno de los pueblos más bellos de Portugal, que parece recien salido de las páginas de un cuento de hadas y con un encanto irresistible. Cuando te vas aproximando parece formar la silueta de un barco de piedra recortado sobre el horizonte y encaramado a una montaña. Es una ciudad pequeña, rodeada de grandes murallas medievales, calles adoquinadas y casas blancas y azules con listones amarillos, con empinadas escaleras que suben a los muros desde donde se divisa un paisaje de olivos y molinos de viento.
Fue el rey Dionis quién inició la tradición de ofrecer la villa como regalo a las reinas de Portugal en señal de amor, una costumbre que duró hasta 1833. La ciudad quedó devastada por el seísmo de 1755 y perdió buena parte de su patrimonio; pero se ve que la belleza puede con todo, porque basta entrar en la Porta da Vila, revestida de azulejos del XVIII, para tener una idea de lo que nos espera intramuros. La calle principal, la rua direita, arranca de la entrada al pueblo y lo recorre entero hasta la plaza central, la parte más importante de Óbidos con una fuente renacentista y varios edificios destacados como la Casa del Telheiro. Desde alí se accede al Castillo de estilo árabe, ahora reconvertido en una impresionante Pousada de puertas manuelinas, y a la iglesia de Santiago. Durante el mes de julio la villa celebra su fiesta patronal durante la que reviven las costumbres medievales con su imponente castillo como telón de fondo. Se trata de un lugar donde se han vivido siglos de historias y civilizaciones que por allí han pasado, desde los celtas y fenicios, hasta los árabes y romanos. Y todo este continuo paso de gentes de todos los tiempos han dejado un rastro en casas, calles, palacios e iglesias de Óbidos.
Y en los alrededores, a unos 5 kilómetros, se encuentra la Laguna de Obidos que recibe agua salada del Atlántico y al mismo tiempo dulce de los caudalosos ríos que vierten sus aguas a ella. Esta laguna es la principal fuente del riquísimo pescado que puede tomarse en Óbidos. Hay que probar la calderaida da lagoa o las anguilas fritas con tomate y arroz. Y en un extremo de la laguna hay largas playas de arena como la impresionante Aldeia dos Pescadores, en Bom Sucesso, un lugar increible para descansar y comer, con un paisaje impresionante abierto al mar. Ah y para los golosos hay un aliciente más para viajar a este pueblecito portugués ya que allí se celebra un Festival Internacional del Chocolate, una dulce cita gastronómica que tiene lugar en marzo y que en 2012 ha cumplido diez años.
Fue el rey Dionis quién inició la tradición de ofrecer la villa como regalo a las reinas de Portugal en señal de amor, una costumbre que duró hasta 1833. La ciudad quedó devastada por el seísmo de 1755 y perdió buena parte de su patrimonio; pero se ve que la belleza puede con todo, porque basta entrar en la Porta da Vila, revestida de azulejos del XVIII, para tener una idea de lo que nos espera intramuros. La calle principal, la rua direita, arranca de la entrada al pueblo y lo recorre entero hasta la plaza central, la parte más importante de Óbidos con una fuente renacentista y varios edificios destacados como la Casa del Telheiro. Desde alí se accede al Castillo de estilo árabe, ahora reconvertido en una impresionante Pousada de puertas manuelinas, y a la iglesia de Santiago. Durante el mes de julio la villa celebra su fiesta patronal durante la que reviven las costumbres medievales con su imponente castillo como telón de fondo. Se trata de un lugar donde se han vivido siglos de historias y civilizaciones que por allí han pasado, desde los celtas y fenicios, hasta los árabes y romanos. Y todo este continuo paso de gentes de todos los tiempos han dejado un rastro en casas, calles, palacios e iglesias de Óbidos.
Y en los alrededores, a unos 5 kilómetros, se encuentra la Laguna de Obidos que recibe agua salada del Atlántico y al mismo tiempo dulce de los caudalosos ríos que vierten sus aguas a ella. Esta laguna es la principal fuente del riquísimo pescado que puede tomarse en Óbidos. Hay que probar la calderaida da lagoa o las anguilas fritas con tomate y arroz. Y en un extremo de la laguna hay largas playas de arena como la impresionante Aldeia dos Pescadores, en Bom Sucesso, un lugar increible para descansar y comer, con un paisaje impresionante abierto al mar. Ah y para los golosos hay un aliciente más para viajar a este pueblecito portugués ya que allí se celebra un Festival Internacional del Chocolate, una dulce cita gastronómica que tiene lugar en marzo y que en 2012 ha cumplido diez años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario