Recorrer la bella y melancólica ciudad universitaria de Coimbra, en Portugal, significa hacer un recorrido por la Historia. Situada a poco más de 200 kilómetros de Lisboa y algo más cerca de Oporto, Coimbra alberga restos de hasta tres culturas diferentes: árabe, judía y cristiana. Su universidad , una de las más antiguas de Europa, la Puerta Férrea o el monasterio de la Santa Cruz son algunas de las joyas a destacar de esta ciudad que hasta el siglo XIII fue la capital de Portugal.
Calles estrechas con encanto, casas colgantes, edificios históricos y vida por todos lados, esto es lo que forma parte de la magia de esta localidad, bañada por el rio Mondego. La importancia de su Universidad y su vasto patrimonio cultural, fruto del asentamiento de los distintos pueblos, con estudiantes que cantan fado y con los mejores ejemplos del románico que se puedan encontrar en todo Portugal, hacen de Coimbra, la “Salamanca” portuguesa, una ciudad que hechiza a cualquier visitante. La parte alta, con empinadas calles y rematada por la reconocible silueta de la Torre de la Universidad, representa la Coimbra más cultural , donde se respira el ambiente de la vida estudiantil y se conservan algunas de las construcciones más antiguas, como el Criptopórtico romano, la Catedral Vieja o la Iglesia de San Antonio de los Olivares.
Sobre el margen derecho del río Mondego se asienta la parte baja de la ciudad, con el bullicio de los mercados, restaurantes y tiendas. La Universidad de Coimbra se sitúa en la Parte Alta o Almedina de la ciudad, está llena de tesoros culturales de los siglos XVI al XVIII, y se levanta alrededor de una gran plaza, la dieciochesca Torre del Reloj. Es una ciudad con aire melancólico, llena de romanticismo y de leyendas, que huele a libro y a vida. Aunque yo no los he visto, dicen que muchos de sus estudiantes conservan antiguas tradiciones y se les puede ver envueltos en togas negras con tantos tijeretazos como decepciones amorosas han tenido. Otra costumbre que marca la tradición de la institución universitaria en Coimbra es la fiesta de la Queima das Fitas, una ceremonia estudiantil colectiva, que se celebra en mayo, en la que los licenciados, que visten sus mejores galas, queman sus cintas de color. Cada carrera universitaria tiene asignada su propio color. El fuego purifica todos los atranques de la carrera y supone un símbolo del fin de los estudios. Miles de estudiantes, familiares o simplemente curiosos turistas, se congregan en el día de su celebración.
Calles estrechas con encanto, casas colgantes, edificios históricos y vida por todos lados, esto es lo que forma parte de la magia de esta localidad, bañada por el rio Mondego. La importancia de su Universidad y su vasto patrimonio cultural, fruto del asentamiento de los distintos pueblos, con estudiantes que cantan fado y con los mejores ejemplos del románico que se puedan encontrar en todo Portugal, hacen de Coimbra, la “Salamanca” portuguesa, una ciudad que hechiza a cualquier visitante. La parte alta, con empinadas calles y rematada por la reconocible silueta de la Torre de la Universidad, representa la Coimbra más cultural , donde se respira el ambiente de la vida estudiantil y se conservan algunas de las construcciones más antiguas, como el Criptopórtico romano, la Catedral Vieja o la Iglesia de San Antonio de los Olivares.
Sobre el margen derecho del río Mondego se asienta la parte baja de la ciudad, con el bullicio de los mercados, restaurantes y tiendas. La Universidad de Coimbra se sitúa en la Parte Alta o Almedina de la ciudad, está llena de tesoros culturales de los siglos XVI al XVIII, y se levanta alrededor de una gran plaza, la dieciochesca Torre del Reloj. Es una ciudad con aire melancólico, llena de romanticismo y de leyendas, que huele a libro y a vida. Aunque yo no los he visto, dicen que muchos de sus estudiantes conservan antiguas tradiciones y se les puede ver envueltos en togas negras con tantos tijeretazos como decepciones amorosas han tenido. Otra costumbre que marca la tradición de la institución universitaria en Coimbra es la fiesta de la Queima das Fitas, una ceremonia estudiantil colectiva, que se celebra en mayo, en la que los licenciados, que visten sus mejores galas, queman sus cintas de color. Cada carrera universitaria tiene asignada su propio color. El fuego purifica todos los atranques de la carrera y supone un símbolo del fin de los estudios. Miles de estudiantes, familiares o simplemente curiosos turistas, se congregan en el día de su celebración.
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