Simún Vintage ha abierto sus puertas en una pequeña calle del centro de Sevilla y ha dejado la Avenida de Hytasa donde sus propietarios adquirieron fama gracias al boca a boca y a una cocina con personalidad. En la calle San Felipe, junto a la Plaza de la Encarnación y el popular bar de cervezas El Tremendo, este nuevo local mantiene el estilo que les ha dado a conocer y están exquisitos su wok de presa ibérica con fideos (noodles) de arroz fritos, el ravioli de pollo con bechamel de hierbabuena o el calamar a la plancha con tinta y ajoblanco, aunque una de las especialidades es la ropa vieja que lleva carne, patatas y huevos.
Tiene una amplia barra en forma de ele con taburetes y alguna mesa alta junto a las ventanas y por otro lado una zona separada para restaurante, con mesas y sillas de hierro forjado y asientos de enea. Simún Vintage tiene una corta pero buena selección de vinos por copas (de Aragón, Ronda, Valencia...) y pocos pero ricos postres como la galleta con natillas y chocolate, aunque quizás sean lomás flojo del gastrobar. El servicio es cordial y atento para hacerte sentir cómodo y los precios son buenos para la calidad que dan aunque algo más caros que los del antiguo Simún Tapas. Como en aquel la decoración del local no es lo más destacado porque e este bar se va a comer bien y eso si se consigue así que, una vez que se han trasladado al centro de Sevilla, ya no hay excusa para no probar la cocina de Pablo Jiménez, uno de las mentes pensantes del Simún así como una de las manos diestras de sus fogones, un sevillano criado gastronomicamente a la sombra del Kursaal de Martín Berasategui.
Tiene una amplia barra en forma de ele con taburetes y alguna mesa alta junto a las ventanas y por otro lado una zona separada para restaurante, con mesas y sillas de hierro forjado y asientos de enea. Simún Vintage tiene una corta pero buena selección de vinos por copas (de Aragón, Ronda, Valencia...) y pocos pero ricos postres como la galleta con natillas y chocolate, aunque quizás sean lomás flojo del gastrobar. El servicio es cordial y atento para hacerte sentir cómodo y los precios son buenos para la calidad que dan aunque algo más caros que los del antiguo Simún Tapas. Como en aquel la decoración del local no es lo más destacado porque e este bar se va a comer bien y eso si se consigue así que, una vez que se han trasladado al centro de Sevilla, ya no hay excusa para no probar la cocina de Pablo Jiménez, uno de las mentes pensantes del Simún así como una de las manos diestras de sus fogones, un sevillano criado gastronomicamente a la sombra del Kursaal de Martín Berasategui.
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