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martes, 19 de agosto de 2014

Nápoles : bahía, caos y encanto entre pizzas y basuras


 
Nápoles es probablemente la ciudad más sucia y caótica de Europa que he visitado, pero engancha con su maravillosa bahía, sus callejuelas del centro histórico, sus Caravaggio, sus claustros y sus artesanos belenistas. Sus populares belenes adornan esquinas y escaparates de las calles principales del casco viejo, San Biagio dei Librai, Tribunali y Benedetto Croce. Hay que perderse por sus calles, sentarse en la terraza del café Gambrinus, el más antiguo de la ciudad con salones belle epoque donde hacían sus tertulias Oscar Wilde o Maupassant para tomar un Aperol spritz  o un Negroni, sobrevivir a una carrera de taxi y ver la vista de 360 grados de la ciudad desde el Castel Dell, Ouvo a donde se sube con un funicular, siempre con el Vesubio al frente y las maravillosas islas de Capri, Ischia  y Procida dominando la bahía. La Plaza del Plebiscito, el Palacio Real, la galería Umberto -un espectacular centro comercial- y el Teatro San Carlo son algunas de las maravillas que encuentras paseando por la ciudad antes de cenar en los encantadores restaurantes de la Marina, junto al mar. 
En Napoles , tan obligado o más que visitar el maravilloso claustro de azulejos de la iglesia de Santa Chiara, es comer una pizza que dicen que es la mejor de Italia y por tanto del mundo. Yo no se sí será para tanto, pero es cierto que están exquisitas. Y además son baratas y tienes que seguir su ritual, con colas de espera en verano hasta de una hora y todo. Cada cual te recomienda su preferida pero casi todos coinciden que las mejores son las de Di Mateo (Via del Tribunali,49) o Da Michele (Via Cesare Sersale,1/3) y que, sin duda, es la Margarita la preferida con mozarella de búfala. 
A partir de las 18:30 y hasta las 21:30 de la
noche aproximadamente los napolitanos toman "Il aperitivi" en alguno de los locales próximos a la zona comercial y elegante de la Piazza dei Martiri. Durante este tiempo por 10 euros te tomas una copa a tu elección -una cerveza, un vino o un cóctel -y disfrutas del bufett que te ponen en el local compuesto de ensaladas, fritos, embutidos y quesos. 

Dicen los napolitanos que su ciudad es famosa por la pizza y la puzza (el mal olor) y es verdad que en las calles se acumulan las basuras como sí llevarán meses en huelga los servicios de limpieza. Es frecuente ver gente sentada en el casco histórico, cenando en una terraza, junto a contenedores cercanos completamente llenos y desbordados o coches aparcados prácticamente enterrados en basura. Parece que muchas veces ha intervenido el Ejército para sanear la ciudad y que es la organización mafiosa Camorra la que gestiona la eliminación de residuos. También es verdad que no hay una política de reciclaje como en otras zonas de Italia y que la gente hace lo que le parece. Pero si, Nápoles es una ciudad sucia, muy sucia , lo que a pesar de todo no le quita encanto al ponerlo en la balanza. 
Nápoles es además un excelente punto de partida para recorrer la costa amalfitana, visitar la imprescindible Pompeya o ir a las islas maravillosas de su bahía. Además de por avión, se llega en un cómodo tren de alta velocidad en una hora desde Roma por unos 40 euros, según la hora. Para dormir una recomendación, el Hotel Palacio Decumani, en pleno corazón del casco histórico de la ciudad. Precioso, bien comunicado y razonable de precio. 

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