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martes, 17 de enero de 2012

Las Vegas, mucho más que la ciudad del juego y las bodas rápidas

Cuando murieron Frank Sinatra y Dean Martin todas las luces de Las Vegas se apagaron durante 1 minuto. No me interesan para nada el juego o los casinos y sin embargo me fascina esta ciudad de la que dicen que nunca duerme. Creo que todo viajero debería ir al menos una vez en la vida a Las Vegas, recorrer The Strip, la calle principal, y Freemont, la calle con 12,5 millones de luces donde empezó todo este imperio allá por los años 40, una década después de legalizarse el juego. No solo hay que ir porque suele ser el punto de partida para visitar el Gran Cañón, sino que hay que hacer la ruta de casino en casino admirando el volcán del Mirage, la fuente del Bellagio, los canales del Venetian... hasta dejar olvidado el último dólar en sus máquinas tragaperras, ruletas, mesas de póker, blackjack o las de dados.
Aunque no seas jugador, una vez que conoces el ambiente es difícil resistirse a probar suerte aunque solo sea en las tragaperras. La ciudad tiene un ambiente de fiesta durante todo el día: es neón, son masas de gente desplazándose de un lado a otro, hoteles espectaculares, comida y bebida a precios más que razonables, lujo a raudales...todo dirigido a llevarte a los casinos y que juegues...y por la noche más  espectáculos de todo tipo: circo, conciertos de cantantes famosos, striptease, la Torre Stratosphere, los casinos. No hay un solo monumento, el turismo de día se limita a visitar hoteles alucinantes y temáticos en el Boulevard de Las Vegas más conocido como The Strip, de varios kilómetros de largo, y que por la noche es famoso por sus impresionantes luces de neón. Los grandes hoteles en Las Vegas parecen haber creado ciudades en miniatura dentro de una ciudad en donde París, Las Vegas y Nueva York son las reproducciones en maquetas más famosas. New York está siempre más concurrida, allí se puede ver el Empire State, la Estatua de la Libertad y el Puente de Brooklyn encaramados sobre las calles más concurridas de la city, y en su interior encontrarás bares de cócteles de Manhattan junto con su mejor gastronomía. Justo enfrente de Nueva York, al otro lado de la calle hay una pirámide de vidrio negro que se eleva más de cien metros por sobre la superficie del desierto, con una réplica de una Esfinge de tamaño más grande que la verdadera. Junto a esta hay un castillo enorme decorado con brillantes colores. Ah, algunos casinos como  Excalibur, Circus Circus, Tropicana y el Palacio Imperial ofrecen clases gratuitas de juego, para perder el nerviosismo y adentrarte en el ambiente. 
En 1931 se legalizaron los juegos de apuesta por dinero en el desértico estado de Nevada, pero continuaron siendo ilegales en los poblados barrios del estado de California. En 1940, se construyó el primer hotel casino, llamado El Rancho Las Vegas, en el medio del Desierto Mojave en el Sur de Nevada, en una zona conocida como Las Vegas. Un año más tarde abrió un segundo casino llamado La Última Frontera. En 1946, Bugsy Siegal, un famoso gangster construyó un lujoso complejo hotelero al que llamó Flamingo. Soñaba con crear una nueva ciudad en medio del desierto pero murió en 1947 y su legado de lujosos hoteles casinos controlados por gansters continuó en Las Vegas por muchas décadas más. Hoy en día, este oasis de juegos, de apuestas ubicado en medio del desierto tiene más de un millón de habitantes y más de 38 millones de visitantes al año. En los tiempos en que Las Vegas permitía los juegos ilegales, la prostitución era legal y el divorcio ultrarápido, muchos ciudadanos de California viajaban hasta allí para obtener divorcios fáciles y bodas express. Así, aparecieron capillas de bodas -wedding chappels- por toda la Strip y en el centro. Hoy en día otros muchos estados posibilitan los divorcios y las bodas express, pero sigue teniendo su encanto casarse en Las Vegas.

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