miércoles, 20 de agosto de 2014

Procida, una isla de cine , para desconectar junto al Mediterráneo,enla bahía de Nápoles


Procida es una isla de cine en todos los sentidos y no solo porque en ella se hayan rodado "El cartero y Pablo Neruda" o algunas escenas de la saga de Ripley, sino por su calma, sus casas de colores colgando sobre el Mediterráneo, sus encantadores restaurantes, sus calles empinadas y estrechas por las que apenas cabe un coche, sus puertos pesqueros, su mar , sus iglesias y su gente. Procida, la más pequeña del archipiélago de Campania, se ha salvado hasta ahora del turismo masivo hasta en verano. Tiene unos 10.500 habitantes y 4,1 kilómetros cuadrados por lo que se recorre fácilmente en moto o en uno de los taxis que te esperan en Marina Grande donde llega el ferry de Nápoles, que hacen recorridos estupendos y a medida por unos 30 euros. En Marina Grande, uno de los dos núcleos urbanos junto a Corricella, encuentras nada más llegar cafés, tiendas, restaurantes y una oficina de turismo, pero la isla hay que verla desde arriba, desde alguno de sus espectaculares miradores.
En los restaurantes de Procida te sirven el pescado recién cogido y unos platos de pasta espectaculares. A mi me gustaron Il Postino, donde se rodó la película de Neruda que por supuesto nunca estuvo allí aunque sí vivió en Capri, o La Lámpara que tiene unas vistas espectaculares. La especialidad es el lemoncello que no hay que dejar de probar porque los habitantes de Procida viven del cultivo de cítricos además, claro, que de la pesca y el turismo. Se llega en poco más de 30 minutos en aliscafo desde Nápoles-el ferry tarda un poco más- y desde allí se llega en otra media hora en barco a la vecina Ischia y a Capri. Procida es una isla volcánica, asentada sobre siete cráteres limados por la erosión. Tiene un Palacio Real reconvertido en prisión, una abadía y numerosas iglesias, una de ellas la de San Leonardo alberga uno de los belenes más antiguos de Nápoles, según nos contó Nicola, el taxista que nos sirvió también de guía. Tiene algunas pequeñas playas pero hay que olvidarse de la idea de grandes arenales. Este es sin duda un lugar muy especial para evadirse y desconectar, frente al bullicio de Nápoles. 

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