Alvor es una pequeña pedanía de Portimao que tiene una bahía llena de restaurantes y cafés, con calles empinadas y una espléndida playa. Una de las calles más bonitas, flanqueada de tiendas y siempre llena de ingleses y españoles, se llama Rua Doctor Federico Ramos y es también conocida como 'la calle de los bares'. Su iglesia mayor tiene un precioso pórtico manuelino y un retablo tallado que hacen que merezca la pena la visita, y el pueblecito tiene también un castillo que casi pasa desapercibido porque solo quedan de la construcción original un par de tramos de pared. Está a solo siete kilómetros de la masificada Portimao y sin embargo se respira tranquilidad en sus calles. Un terremoto acabó en 1755 con gran parte de esta pintoresca aldea situada junto a una laguna abierta al mar. Tiene una playa larga y abierta, algo más masificada en verano, y pequeñas calas en las que apenas encuentras seis personas en pleno agosto. Sus calles estrechas y empedradas han impedido un excesivo desarrollismo pese a que es un popular destino de vacaciones así que pasear hacia el muelle y el estuario del rio Alvor es un placer. Lo mejor, después de disfrutar de las vistas con las barcas entrando y saliendo, es parar en alguno de los restaurantes que hay donde preparan feijoadas y arroces estupendos, además de todo tipo de pescados. Hay excursiones en canoa, campos de golf e interesantes visitas cercanas, que convierten Alvor es un destino inmejorable en el Algarve menos conocido.
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