Leyendas de piratas recorren la historia de Campeche, el Estado menos visitado de la península del Yucatán a pesar de que su preciosa capital San Francisco de Campeche fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1999. Se trata de una ciudad amurallada, con casas de colores restauradas, que da al Golfo de México y que tiene un estupendo malecón en el mar pero no tiene playa. Fue fundada en 1540 por Francisco de Montejo que le dio un aire muy español, incluso puede recordar a Cádiz en muchas cosas . Debido a los continuos ataques de los piratas como Francis Drake, a los que apoyaban algunos países europeos para desestabilizar la corona española, los habitantes protegieron la ciudad con una muralla, dos fuertes y una serie de baterías defensivas. Campeche era el principal puerto de Yucatán para la exportación de maderas preciosas, algodón y cera. Gran parte de la antigua muralla se perdió a finales del siglo XIX, cuando la ciudad creció a causa de la bonanza económica que trajo el comercio del henequén (pita fibrosa ideal para cuerdas). La puerta de tierra era la entrada principal y aún sigue siendo uno de los símbolos de la capital, construida en 1732 mantiene su imponente esplendor. Hoy la Puerta de Tierra es escenario de un espectáculo de luz y sonido en el que se reviven los pasajes históricos más importantes del estado. Recorrer los bien conservados baluartes, atalayas, almenas, torreones y fuertes de Campeche nos transporta al pasado y nos hace revivir por unos instantes el esplendor y riqueza de una época En el zócalo o Plaza de Campeche hay una Oficina de Información Turística en la que te atienden con la hospitalidad característica de la gente de ese Estado y explican que hay que ver y como hacerlo, incluso el mejor momento para hacer un recorrido por la bahía en el famoso barco "Lorencillo", llamado así para recordar a uno de los piratas que azotó la zona, Lauren Graff “apodado Lorencillo.
Hay que recorrer la ciudad colonial metida dentro de la muralla, de calles adoquinadas llenas de casas de colores de techos altos y patios interiores; entrar en el Museo de Arquitectura Maya y recorrer la muralla desde arriba; detenerte en las librerías y tiendas, además de en la plaza central y en la Catedral. Fuera de los muros queda la parte nueva de la ciudad, junto a un malecón de tres kilómetros y medio con jardines metidos en el mar. Y no hay que olvidar la gastronomía porque en Campeche se come divinamente. Todo el Estado tiene una personalidad gastronómica muy bien definida ya que, según cuentan, la variada alimentación de los mayas se enriqueció aún más con la llegada de los españoles. El rey es el cazón, con él hacen panuchos, empanadas, tamales, tacos, y el famoso pan de cazón. El pámpano-una especie de cactus- en escabeche, los camarones al coco, al natural, en paté, en cóctel, en ensaladas y en platillos calientes también son muy habituales. El chile X´catic, típico de la región, lo hacen también relleno de cazón. De los cangrejos comen las patas en frío. También hay esmedregal, raya, papaché, sierra, pulpos, calamares, y muchos otros peces y mariscos. Una de las bebidas preferidas de Campeche y que el que va no debe dejar de tomar es el tanchuacá, una mezcla de maíz y cacao que se tomaba desde la época prehispánica. Yo recomiendo el restaurante La Pigua, dicen que uno de los mejores de la ciudad, para comer pescado. No es barato pero merece la pena el homenaje, sobre todo si se pide el famoso pan de cazón, el pulpo, las manos de cangrejo o los chiles rellenos. Para dormir hay un montón de opciones, una buena y económica es el hotel Plaza Campeche, en el centro de la ciudad.
Y no hay que olvidar que Campeche es la cuna, junto con Ecuador, de los famosos sombreros panamá o jipijapas. En Bécal, en la trasera de casi todas las viviendas, hay cavernas naturales de roca caliza que se usan como talleres en donde los artesanos mayas convierten sencillas fibras de palma en los atractivos sombreros que han hecho célebre a esta comunidad. Como la Península de Yucatán es muy calurosa y las hojas de palma se tornan quebradizas bajo la luz solar, los artesanos tejedores de Bécal se ven obligados a trabajar en estas húmedas cavidades subterráneas, para así preservar la flexibilidad de las fibras.
Además al sureste del Estado se halla la reserva de la biosfera de Calakmul, declarada también patrimonio mundial de la Unesco. Gracias a la poca actividad humana, allí viven jaguares, tigrillos, monos y más de 300 especies de aves. Entre la tupida vegetación de la selva virgen casi intacta se encuentra un grupo de ciudades mayas comunicadas por senderos. Las playas de Campotón o Ciudad del Carmen completan la oferta. Por tanto, hay un montón de razones para visitar Campeche.
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