Es uno de los sitios más bellos e impresionantes de Sicilia porque ver templos griegos a la orilla del mar no es frecuente. Pese a la grandiosidad y espectacularidad del Valle de los Templos de Agrigento, la zona arqueológica de Selinunte supone el más placentero y maravilloso paseo entre las ruinas de cinco templos dóricos, flores salvajes y el mar. Selinunte tomó su nombre del selinón, un perejil salvaje que crecía en la zona, fue primero aliada de Cartago y eterna rival de Segesta. Al final el general cartaginés Ánibal, las guerras púnicas y los terremotos destruyeron la ciudad que tuvo una vida corta, unos 200 años. En este período su población llegó a alcanzar los 25.000 habitantes. La ciudad era la avanzadilla occidental de la cultura griega en Sicilia. Las ruinas, que fueron reconstruidas en 1957, se dispersan en tres zonas diferenciadas: la Acrópolis, que estaba destinada a las deidades, durante el periodo griego-púnico y era zona residencial; la colina oriental, donde están los templos E (Hera), F y G; y el santuario de Malophoros, que es el santuario de Deméter Malophoros, cuyo culto, junto con lo de su hija Perséfone, fue muy popular en Sicilia. Hay dos entradas que dan acceso a las ruinas: una puerta da a los templos del Este, mientras que la otra requiere una caminata de 15 minutos a través de la depresión conocida como Gorgo di Cottone. Los templos de Selinunte fueron construidos según los cánones del orden dórico, el estilo arquitectónico griego más antiguo, cuyas principales características son la simplicidad y la esencialidad, que otorgan sentido de orden e inmortalidad divina. La zona arqueológica tiene una extensión de 270 hectáreas y sin apenas sombras por lo que es recomendable evitar en verano las horas del mediodía ya que el calor puede ser agobiante. En Selinunte está la playa de Marinella donde desemboca el rio Belice, una aldea de pescadores y lugar de veraneo donde hay unos cuantos hoteles y restaurantes.
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