Es uno de los lugares más bellos y más visitados de Francia, en la baja Normandía, solo por detrás de Notre Dame y de la basílica del Sagrado Corazón de París. El Mont Saint Michel es un risco que por caprichos del mar se convierte dos veces al día en una isla, unida al continente por una carretera, donde se levanta una pequeña ciudad medieval coronada en lo más alto por una impresionante abadía en la que conviven en armonía el gótico y el románico. La vista se hace más y más impresionante según te vas acercando y, si la marea está baja, los laterales del Monte Saint Michel se convierten en enormes lagos de fango y arenas movedizas, una trampa mortal que en el pasado sorprendía a muchos incautos, y que hoy en día colabora a hacer del sitio un lugar mágico y único en el mundo. Traspasar los muros de la ciudadela es adentarte en otra época y en un ambiente en el que no es difícil imaginar caballeros con armaduras transitando por sus estrechas calles. Cuentan que el Monte Saint Michel tiene unos orígenes casi sobrenaturales, como los de muchos otros lugares de peregrinaje, y se remonta al año 708, cuando Aubert, obispo de Avranches, mandó elevar un santuario en honor al Arcángel San Miguel, después de que este hasta en tres ocasiones se le presentara en sueños para ordenarle levantar un templo en su honor. A partir de aquí el Monte Saint Michel comenzó a convertirse en un importante lugar de peregrinación, lo que llevó a que en la abadía se instalasen monjes benedictinos, y a que en la parte baja del monte se desarrollara un pueblo que vivía del comercio de velas (hoy en día las velas se han convertido en postales, tazas y demás artículos de recuerdos, así como restaurantes y hoteles). Declarado monumento histórico en 1862, el MontSaint-Michel figura desde 1979 en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Junto a Roma y Santiago de Compostela, Saint-Michel fue uno de los lugares de peregrinaje del Occidente medieval. Durante casi mil años, las gentes iban por los llamados “caminos del paraíso” para buscar ante el arcángel del juicio, salvación para las almas y seguridad para la eternidad. Además hay otras edificaciones que visitar en la roca como la catedral de Notre-Dame-sous-Terre, la iglesia parroquial de San Pedro o la Capilla Saint-Aubert . El Imperio de Napoleón I hizo de Saint-Michel una prisión hasta 1863 donde cumplieron condena numerosos líderes de la revolución francesa. Y muy cerca de allí están las playas de Utah, Omaha, Sword, Gold y Juno, a lo largo de casi 80 kilómetros de litoral, que fueron protagonistas del “Día más largo” y a la postre definitivo de aquel año 1944 en que miles de soldados norteamerianos, canadienses y británicos alcanzaron Normandía para liberar Francia del dominio nazi.
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