Villa Rosa, La Ardosa, La Bola, Casa Labra, Bodegas Ricla, Casa Paco, El Anciano Rey de los Vinos, Viva Madrid....son algunas de las tabernas antiguas que aún quedan en Madrid y que constituyen uno de los grandes atractivos de la ciudad. En 1083, cuando los cristianos conquistaron Madrid, abrieron sus tabernillas por toda la villa. Algunas ocuparían el lugar de las alojerías arábigas. Según algunos autores, las tabernas o tiendas de vino más antiguas de Madrid se situaron en la zona donde acampaban las caravanas, extramuros de la Villa, en lo que hoy es la calle de Tabernillas (La Latina). Allí hubo numerosas tabernas que a partir del XVII vendían el vino de Parla. Cuando Felipe II nombró a Madrid capital del imperio, los pueblos de alrededor empezaron a plantar viñedos para abastecer a la Corte. Muchas bodegas se establecieron en el entorno de la calle de Toledo, que era donde paraban las carretas y diligencias. Madrid se llenó de bodegas y tascas que eran, además de lugares donde refrescarse y picotear algo, sitios de reunión.
Las puertas de los locales se pintaban de rojo púrpura, el color del vino tinto. A comienzos del siglo XX Madrid contaba con cerca de 1500 tabernas. En esa época se decoran con los elementos característicos que definen hoy la taberna madrileña clásica: mostradores de madera labrada, pilas de estaño donde corría el agua, griferías, anaqueles con botellas, saturadoras de agua de seltz, cajas registradoras, reloj de pared, zócalos de madera o azulejo, columnas de forja, mesitas redondas de nogal con taburetes y bancos corridos... En los años veinte del siglo pasado se pusieron de moda los azulejos, y hubo grandes artistas que legaron espléndidos murales, como los que aun perviven en Villa Rosa, Viva Madrid, La Zamorana o Rosell. Entre los maestros del azulejo hay que recordar a Alfonso Romero, Enrique Guijo, Mensaque, Caballero, Ginestal o Blanco. Arquitectónicamente las tabernas se encuentran divididas en tres espacios.
Primero la entrada donde se ubica el mostrador, luego la trastienda en donde el público se sienta en una de las mesas y disfruta de un rico vino y finalmente, el sótano donde se almacenan las bebidas y algunos alimentos. Fueron muchas las glorias literarias que se inspiraron en estas tascas donde encontraban el sitio perfecto de reunión y charla. Machado frecuentaba las buenas tascas de Madrid, como Casa Angel, después como "El Comunista”, o “Vinos el Dos”, en la calle de Sagasta.
Ortega y Gasset, tras impartir sus clases en la Universidad Central solía pasarse por El Cangrejero a tomarse un aperitivo, mientras que Miguel Hernánez, Lorca, Alberti y Neruda cenaban en Casa Carmencita, en la calle Libertad (hoy La Dominga). En la actualidad, un Madrid de tapas es un Madrid de codo en la barra en esas tabernas bulliciosas, por
las que circulan los ‘personajes’ más dispares y donde, casi sin darte cuenta, te
encuentras recorriendo el mundo sin moverte de la capital a golpe de cerveza,
vino, vermut y tapas. La ruta es amplia y lleva desde la Latina al barrio de Las Letras y el centro de Madrid para luego ir al otro corazón de la ciudad, el del barrio de
Chamberí, Malasaña y Chueca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario