domingo, 25 de marzo de 2012

Rennes, capital medieval, universitaria y gastronómica de la Bretaña francesa


A poco más de 300 kilómetros de París, con la que está comunicada por un tren de alta velocidad, se encuentra Rennes, la capital de la Bretaña francesa, una ciudad universitaria llena de callejuelas con preciosas casas del siglo XVI con fachadas de entramado de mandera. Tiene una arquitactura impresionante que permite que el visitante se adentre en fortalezas medievales, en elegantes palacios reales o en soberbios edificios renacentistas. El corazón de la ciudad  es la plaza del Ayuntamiento, una construcción hecha en el siglo XVII que además cuenta a su alrededor con la Ópera de Rennes. Entre los edificios que no hay que perderse en esta ciudad destaca la Catedral de San Pedro, la iglesia principal de la región. La catedral de Saint Pierre comenzó a construirse a finales del siglo XVIII y fue terminada cincuenta años después. Conserva dos torres del siglo XVI y en su interior, en una capilla, hay un interesante retablo dorado del siglo XV.
Al salir de la catedral hay que dirigirse a la place des Lices, pasando por las portes Mordelaises, antiguas puertas de acceso a la ciudad, por las que acostumbraban a entrar los reyes bretones cuando iban a coronarse a la catedral. La plaza es, como su nombre indica, el lugar donde se celebraban las justas y torneos medievales. Los dos barrios del Viejo Rennes son muy diferentes: uno al norte del río Vilaine concentra la actividad comercial,  nocturna y cultural de la ciudad, mientras que al sur se extienden los modernos barrios residenciales.
Una de las mejores perspectivas de las construcciones medievales de madera se obtiene en la Place du Champ-Jacquet, una pequeña plaza triangular enmarcada por estas casas, bares y restaurantes ideales para probar la sidra bretona. La gastronomía es exquisita y antes de abandonar la ciudad hay que asegurarse de comer un plato de mejillones bien a la marinera (con vino blanco, ajo, perejil y cebolla) o al curry. Pero si lo que se busca es probar uno de los platos más delicados de la comida bretona hay que decidirse por el conejo a la sidra, un plato muy sabroso, con cuadraditos de conejo, champiñón, chalotas, un toque de mostaza y un suave sabor a sidra. Entre los bocados más típicos de la zona recomiendo además la galette tradicional, de jamón, huevo y queso, y acompañarla con sidra, que no es como la asturiana, sino que tiene gas, y que se bebe en la taza bretona típica: un tazón grande decorado con una línea roja. Como postre, la crêpe de caramelo con mantequilla salada. Los bretones son los padres de los crépes que comen a todas horas. Para hacerlos emplean diferentes tipos de harina para preparar unos y otros. Así, las galettes tienen como ingrediente principal la harina de trigo sarraceno (o trigo negro), lo que confiere a la masa un aspecto más oscuro y la hace crujiente, a diferencia de la crêpe, de textura y color más clarito.  Por supuesto no hay que irse de la zona sin probar la mantequilla bretona salada o semi salada.
Y por la noche  lo mejor es salir a tomar algo en los alrededores de la Place de Sainte-Anne, donde está el bar típico Ty Anna Tavern con música en directo, y recorrerr la aledaña calle de Saint-Michel, conocida popularmente como rue de la soif-[calle de la sed-, plagada de terrazas. Además cada sábado, la plaza des Lices de Rennes se convierte en el centro neurálgico de la gastronomía bretona con un gran y típico mercado en el que es posible encontrar todas las especialidades de la región. Rennes tiene la particularidad de tener dos plazas mayores del siglo XVIII: la plaza del Ayuntamiento, donde se encuentra también la ópera de Rennes, y la plaza del Parlamento de Bretaña, que marcó profundamente la historia de la ciudad. La plaza de la República está dominada por el imponente Palacio de Comercio, ocupado en la actualidad por la oficina central de correos. En el centro de la ciudad, el parque del Thabor se compone de un jardín a la francesa, otro a la inglesa, y un nutrido jardín botánico. Rennes tiene el tamaño perfecto para recorrerse a pie y sus atractivos principales se pueden ver en un día entero, pero lo recomendable es una estancia de tres o cuatro días para disfrutar de la ciudad. Rennes es el punto de partida perfecto para recorrer la Bretaña, una península de Francia que se extiende hacia el Océano Atlántico entre el Canal de la Mancha al Norte y el Golfo de Vizcaya al Sur. Es una zona de una gran belleza y coloridos muy cálidos.

3 comentarios:

  1. Moltes gràcies, estic preparant viatge a Bretanya ,amb estada a Rennes i el teu comentari em servirà de molt.Gràcies de nou.

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  2. Hola, que dulces, caramelos o chucherias son típicas?, garcias

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  3. hola algún venezolano se hospedara en agosto en rennes

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