Pasear por este barrio de Milán, situado a espaldas de la famosísima Scala, es como hacerlo por el París de la época de los artistas. La zona de Brera es conocida como "la bohemia de lujo", abarcando vía Brera, vía Solferino, vía Pontaccio, Corso Garibaldi y Corso Como. Está bordeada por imponentes edificios del siglo XVIII, destacando el Palacio de Brera, en Corso Como, que alberga la famosa Pinacoteca y la academia de bellas artes, el museo más famoso de Milán. El nombre del barrio de Brera deriva del vocablo germano 'braida', zona de hierba y ahora esconde entres sus calles estrechas numerosas boutiques, anticuarios, tiendas de curiosidades y de decoración para perder la cabeza y el bolsillo comprando. También es una buena zona para salir por la noche, algo más tranquila y barata que Navigli. De noche, Brera se pone más bonita ya que la iluminación hace que sus casas resalten más y la gente recorre las plazas, las calles son muy alegres y se encuentra animación por donde vayas.
En toda la zona hay numerosísimos cafés al aire libre, infinidad de tiendas exclusivas, bares, restaurantes y cuatro iglesias con sus particularidades: San Simpliciano, San Marco, Il Carmine y L'incoronata. También en Brera está el Piccolo Teatro di Milano, una institución de la que la ciudad se siente tan orgullosa como de sus modistas. Fundado por Giorgio Strehler y Paolo Grassi en 1947, el Piccolo consiste hoy en tres salas de teatro que funcionan a toda mecha: el Strehler; enfrente, el Teatro Studio, y en la sede legendaria de la Via Rovello, el Teatro Grassi. Quién dice que Milán es "feita" es que no ha paseado por las estrechas calles de Brera, un vivero de tendencias. Visitar este barrio implica tomarse un aperitivo vespertino, de seis a nueve, en los bares de la zona peatonal, a dos pasos de la pinacoteca: el Jamaica o el Bar Brera son las alternativas típicas. Milán es la ciudad natal del 'aperitivo', que significa tomar un cóctel con precio especial y comer gratis todo lo que uno quiere. Algunos bares ofrecen bocadillos y otros snacks, pero la mayoría de ellos ahora ofre también diferentes platos sabrosos para comer, como por ejemplo pasta, risotto, ensaladas, y también comida exótica. De esta manera el aperitivo se ha vuelto una alternativa a la cena con el solo precio de un cóctel (de 5 hasta 10 euros), en medio de un ambiente acogedor y buena música. Puede que no sea la más bella de las ciudades italianas, que no tenga el encanto de Venecia, ni la grandiosidad de Roma, ni la belleza de Florencia, pero Milán es una ciudad llena de secretos bien guardados y lujos exquisitos esperando detrás de cada esquina.
En toda la zona hay numerosísimos cafés al aire libre, infinidad de tiendas exclusivas, bares, restaurantes y cuatro iglesias con sus particularidades: San Simpliciano, San Marco, Il Carmine y L'incoronata. También en Brera está el Piccolo Teatro di Milano, una institución de la que la ciudad se siente tan orgullosa como de sus modistas. Fundado por Giorgio Strehler y Paolo Grassi en 1947, el Piccolo consiste hoy en tres salas de teatro que funcionan a toda mecha: el Strehler; enfrente, el Teatro Studio, y en la sede legendaria de la Via Rovello, el Teatro Grassi. Quién dice que Milán es "feita" es que no ha paseado por las estrechas calles de Brera, un vivero de tendencias. Visitar este barrio implica tomarse un aperitivo vespertino, de seis a nueve, en los bares de la zona peatonal, a dos pasos de la pinacoteca: el Jamaica o el Bar Brera son las alternativas típicas. Milán es la ciudad natal del 'aperitivo', que significa tomar un cóctel con precio especial y comer gratis todo lo que uno quiere. Algunos bares ofrecen bocadillos y otros snacks, pero la mayoría de ellos ahora ofre también diferentes platos sabrosos para comer, como por ejemplo pasta, risotto, ensaladas, y también comida exótica. De esta manera el aperitivo se ha vuelto una alternativa a la cena con el solo precio de un cóctel (de 5 hasta 10 euros), en medio de un ambiente acogedor y buena música. Puede que no sea la más bella de las ciudades italianas, que no tenga el encanto de Venecia, ni la grandiosidad de Roma, ni la belleza de Florencia, pero Milán es una ciudad llena de secretos bien guardados y lujos exquisitos esperando detrás de cada esquina.
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